jueves, 1 de octubre de 2009

Entre Columnas

Democracia cuestionada
Martín Quitano Martínez
mquitanom@hotmail.com
La política es vista por amplios sectores de la sociedad como el espacio donde se generan fortunas y se solaza la impunidad; donde la palabra es discurso que arremete sólido para engañar y favorecer a unos cuantos. El ejercicio de la política como la panacea de los vivales, el reducto de los privilegiados que arropados en los mantos de la representación popular, se solazan en la decadente mascarada de los mentirosos.
La política como circo donde las pistas partidarias montan un acto de malabaristas y payasos, que no da risa sino asco. La acción pública como manifestación facciosa que sin rubor, reproduce la indiferencia hacia las mayorías, la suma de la pobreza pública, la crisis de la vida institucional, señales inequívocas de la debacle de un modelo de democracia que ha carcomido el futuro del país.
Las razones no bastan para modificar el accionar de la clase política en México; evidentemente alejados de los que dicen representar, actúan predecibles en la superior condición de la lucha por el poder y en la defensa de sus particulares intereses. Un comportamiento cínico de la gran mayoría de los miembros de la clase política, que ha profundizado la desconfianza y el desencanto sobre nuestra manifiesta fragilidad democrática.
En medio de la crisis, la lucha no se sitúa en la identificación de soluciones, en el genuino compromiso por resolver los grandes y graves problemas de la sociedad, sino en la conformación de los bloques y grupos que combatan en cada próxima elección, y ahora en el 2012 como la madre de todas las batallas por venir.
La crisis de la democracia mexicana es un fenómeno que se enmarca en la crisis general de un modelo que no ha sabido enfrentar los problemas y mucho menos los ha resuelto: la miseria generada, los niveles de corrupción, la falta de oportunidades, la inseguridad y la ineficiencia institucional ponen en entredicho un sistema de gobierno que es valorado negativamente. La democracia como el sistema que poco o nada sirve.
Preocupa además, la idea que subyace en el desencanto, el arribo del autoritarismo y el endurecimiento de los actos de gobierno como salidas frente a las carencias; el regreso a la presidencia de la República del populismo y la política clientelar y anacrónica, que ya ha sentado sus reales en muchas de las entidades del país.
El retorno del dinosaurio se sustenta en la miseria política, en las carencias públicas, en las profundidades de de una sociedad con 50 millones de pobres, en una “cultura política” creada hace más de 70 años, en una alternancia incompetente, banal y soberbia, en una izquierda que, sujeta de la influencia priísta, no encuentra salidas a sus contradicciones, al asalto de su ideario por el pragmatismo y la avidez por los dineros y el estatus.
La democracia cuestionada por inservible, por socorrer los espacios de pocos en detrimento de muchos, el desencanto democrático que crea abandonos y desinterés de lo público, que ahonda el alejamiento de lo colectivo. La democracia bajo sospecha, la democracia en espera de la sentencia por el agotamiento social.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
La encuesta como casualidad estadística de las querencias del Príncipe, la elección del candidato a sucesor continua su camino de imposición.

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